No sabía que teníamos una semana dedicada a las parejas infértiles. Me
sorprendió y me alegró. Precisamente
ayer cumplíamos 12 años de casados y reflexionaba lo siguiente:
“Nuestra historia ha
sido planeada en el corazón de Dios y ejecutada con tierno amor en nuestras
vidas. Sí, no es como yo la soñé, sin
embargo, ha superado mis expectativas.
Esta historia ha sido muchísimo mejor planeada, organizada, editada y
corregida; y por supuesto bendecida. Sí,
cuando nos dijimos aquel SÍ ante el altar, confiando plenamente en Su Gracia y
Su Presencia, jamás nos pasó por nuestras cabezas las locuras que El tenía
preparadas para nosotros. ¡Jamás!”
Ser una pareja infértil, jamás me cruzó eso por la cabeza, jamás. Por
favor, todas las parejas se casan y tienen hijos, ¿no? O al menos eso creía
que sucedería en mi historia perfecta del cuento de hadas. Pues resulta que no
siempre es así. Lamentablemente la vida
no es un cuento de hadas, y soy la primera en lamentarlo. Desde pequeña soñé que eso sería mi vida,
llegaría el príncipe (bueno, él sí llegó) y seríamos felices por el resto de
nuestras vidas, plenamente felices, sin gotas de tristeza, sin manchas de
desánimo, sino con la perenne sonrisa que no desaparece de los labios. El romanticismo diario. Pues no, bienvenida a la Vida Normal y llena
de Rutina. La vida está llena de colores
hermosos, resplandecientes; sin embargo, entre ellos, el gris y el negro están
presentes. La vida es esta realidad. La
vida es lo que hoy tengo ante mí. Una
vida diferente a mi sueño de princesa.
Una vida a vivirse en plenitud cediendo a los sueños irreales y
románticos de mi infancia. Tenía dos
opciones, como muchas cosas en la vida: la primera, tomar con fuerza mi
frustrada maternidad biológica, y vivir en un rincón, lamentándome diariamente,
lamiéndome la herida hasta que todo acabase.
O bien, tomar la vida tal cual se presentaba. Buscando el lado bueno y bendecido de este
asunto. Así que decidí, decidimos mi
esposo y yo, tomar la segunda postura.
Ver nuestra infertilidad como una aventura bendecida por Dios. Como un tesoro nuevo que hay que descubrir y
abrazar. Un tesoro que jamás imaginamos
nos iba a tocar a nosotros. Un tesoro que hoy nos regala sus riquezas. Sí hoy valoramos y disfrutamos este
tesoro. Aún lo estamos descubriendo, aún
nos sorprende su resplandor, aún nos asusta su potencial. Un nuevo camino y un llamado diferente. Pues sonará un poco trillado, pero así no tocó vivir. Y así hemos aprendido a disfrutar y ser
felices. Y esta aventura aún no deja de
sorprendernos.
¡Dios nos
bendice a todos, a Su Manera!
El plan de Dios es perfecto, animo hermanos!
ResponderEliminar